El presente ensayo surge a partir del análisis de la película "El gran pez" de Tim Burton en el marco del realismo mágico en Lengua y Literatura. A partir de allí se trabajó con estrategias de textos argumentativos y, finalmente, con la escritura de un ensayo que recupere en algún punto la película.
Profesora responsable: Déborah Hadges.
Cómo romperse (de nuevo) y arreglarse (otra vez)
¿Cuántas veces nos podemos romper? ¿Hay un límite de veces en las que podemos arreglar las cosas? ¿Cuándo algo deja de ser arreglable? ¿Es posible que todo vuelva a ser como antes? Si no sabemos cómo arreglar algo ¿por qué lo rompemos? ¿Qué pasa si algo se rompe y no podemos arreglarlo nunca más?
Pongamos un ejemplo. Se nos rompe la pantalla del celular. ¿Qué es lo primero que hacemos? Corremos desesperados al técnico para que la arregle ¡No podemos vivir con la pantalla rota! Y ¿qué hacemos cuando, jugando a la lucha con un hermano rompemos el jarrón preferido de la abuela? Primero, obvio, lo culpamos a él y después –aunque sabemos que no va a quedar igual– vamos corriendo a buscar el pegamento, lo pegamos y lo dejamos super quieto donde estaba. Ante cualquier cosa, si alguien lo toca, se va a romper y será culpa suya ¿no?
¿Por qué pensamos que las cosas pueden volver a su estado original con un simple pegamento? A decir verdad, todo puede romperse (una foto, un celular, hasta nuestro corazón) e impresionantemente puede arreglarse de alguna extraña forma, pero sabemos que no va a volver a ser lo mismo, sabemos que las cosas no se van a arreglar con un perdón y un simple abrazo, pero aun así lo intentamos porque el ser humano es estúpido y cree que todo lo puede hacer.
Hay algo en nosotros que cambia después del momento en el que nos rompen el corazón: somos y actuamos diferente, ya no somos tan ingenuos y desconfiamos de cualquiera que nos coquetee. Sin embargo, hay cosas que no debemos romper, cosas que no son materiales, por ejemplo, la confianza y las promesas son cosas que no podemos romper o, de lo contrario, nos tomará mucho tiempo volver a ganar esa confianza y hacer funcionar las cosas como antes. Creemos que romper, demoler, sacar lo viejo por lo nuevo está bien porque implica un cambio, un arreglo de aquello que ya no sirve o está averiado, pero a veces no nos percatamos de que lo viejo sigue allí por una razón. Pensemos en la película “El gran pez”, de Tim Burton. ¿Por qué la gente en la ciudad de Espectro no cambió hasta que Edward decidió reconstruirla? La respuesta es simple. Por costumbre: no sabían que había otras opciones y preferían quedarse en la comodidad de esa costumbre. Sin embargo, luego de algunos años, cuando Edward decidió volver a Espectro, se dio cuenta de que estaba vacío. Los lugares donde antes abundaba la felicidad ahora se hallaban desiertos, las casas se encontraban en muy malas condiciones y los locales que alguna vez habían estado allí se habían ido porque estaban en bancarrota. ¿Por qué Edward salvó al pueblo donde había estado una sola vez? ¿Qué tenía de especial ese pueblo que lo hizo volver y querer reconstruirlo completamente? Luego de su partida, Espectro reconstruyó la felicidad que tenía desde un principio, pero esta vez la cosas fluían genuinamente y no forzadas como se observa en la primera visita del personaje principal. Pero ¿por qué después de arreglarse se volvió a romper?
Hay cosas que vuelven a su estado original sin quererlo, por ejemplo, el famoso “slime”, un moco que podés estirar y deformar pero al fin y al cabo siempre vuelve a su estado original. En este caso, la casa de Jennifer volvió a deteriorarse después de la intervención de Edward, pero esta vez ni ella –ni nadie– hizo nada para impedirlo. “El tiempo arregla las cosas, las pone en su lugar” dicen, pero ¿acaso el tiempo es mágico? Quizás somos nosotros quienes cambiamos, quienes esperamos y recogemos cada pedacito que nos queda para volver a construirnos nosotros mismos, para mejorar, para perdonar y salir adelante otra vez.
Cada medio segundo nuestra vida se transforma, el rumbo de nuestro día completamente cambia. Nosotros podemos empezar de nuevo todos los días, podemos perder el orgullo y pedir perdón, arreglar eso que tanto nos lastima, o podemos seguir pensando que es estúpido hacerlo y seguir rompiéndonos, en nuestro cuarto, en soledad.
Candela Mercado, 4º 1ª